- Te deseo lo mejor
-Entonces quédate conmigo

miércoles, 19 de noviembre de 2014

❥ La tragedia de Cupido.


Vamos a hablar de Cupido y su tragedia.
Contemos la historia no contada del ser alado que presumió de ser capaz de llenar de amor un corazón roto y unir los pedazos de almas ya demasiado oscuras.
A cupido, ese que se movía sin ser visto con su arco, sus flechas y una venda en los ojos para demostrar que el amor es ciego, y lo es, le tocó morir como solo Cupido podía morir.
Y murió.

Tan obsesionado con encontrar la felicidad en otros que se olvidó por completo de buscar la suya.
Tan necesitado de amor ajeno que se le pasó la vida sin llegar al propio.
Tan decidido a unir, que acabó por resquebrajarse.
Tan libre que acabó preso.
Tan grandioso que acabó siendo mundano.
Tan solo...

Y es que Cupido era como es cualquier persona, un animal que anda y anda con la cabeza gacha y la mirada al suelo buscando huellas que coincidan con las de sus zapatos sin ser las suyas, pasando el tiempo en relojes ajenos y momentos que no pertenecen a nadie, porque nadie va a recordarlos.

Cupido vagó por el mundo agitando sus alas hasta que éstas dejaron de volar, lanzando flechas hasta que nadie quedó en el mundo sin un compañero, sin una pareja, sin un medio corazón compartido.
Cupido cruzó océanos viendo sonrisas y escuchando pulsos acelerarse y latidos a punto de bailar. Viajó sintiendo temblores en manos que no eran suyas y mariposas volando en estómagos que no le pertenecían. Corrió buscando amor, y el amor resultó ser más rápido.

Y cupido, ya sin alas y con solo una flecha, llegó a un callejón oscuro en el que dos personas se miraban sin ver nada y gritaban en silencio sin que ningún sonido interrumpiera el ruido del agua chocando contra el suelo.

Cupido sacó su flecha.
Apuntó.
Y disparó.

Ocurrió que aquellas personas siguieron sin ver nada y sus gritos siguieron sin ser escuchados, porque Cupido, cansado de estar solo entre un mar de gente, lanzó la flecha contra su propio pecho.

Y entonces murió.

Porque el amor es para aquellos que no lo buscan y Cupido suplicaba por él con cada disparo, y es que lo que para aquellos fue la vida para él resultó ser la muerte.

Porque el amor es ciego, y ciego era Cupido.
Y siendo amor Cupido... no pudo enamorarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario