- Te deseo lo mejor
-Entonces quédate conmigo

jueves, 25 de septiembre de 2014

❥ Hablemos de miedos.

Gritemos un poco sin que nadie nos escuche:
Hoy vengo a reflexionar más para mí que para vosotros de un tema que llevo mucho tiempo luchando por dominar (estamos hablando de años) y que a día de hoy sigue corriendo más que yo.
El miedo al rechazo.

Siempre me he considerado una persona independiente, de las que no necesitan a nadie para nada y puede con todo ella sola. Que no necesita preguntar a nadie aunque esté perdida ni pedir ayuda aunque se esté ahogando. Con el tiempo me he dado cuenta de que no es ser independiente de lo que hablamos, es ser tímida. Demasiado tímida para atreverse a preguntar la hora a un desconocido o entablar conversación con alguien en la parada del autobús por miedo al rechazo.
El rechazo.

Creo que al final, cuando quitamos capas y capas y llegamos al centro de todo, al núcleo, a lo que importa... ese es el verdadero problema. Tengo pánico a ser rechazada.
Soy de esas personas que suelen pasar desapercibidas y que a pesar de ello van andando por la calle con la cabeza gacha, la música en los cascos a todo volumen y la mirada fija en los pies. Siento que cada vez que alguien se cruza conmigo sus ojos se clavan en mí y comienzan a juzgarme, que se ríen, y es gracioso... porque la realidad es que nadie se para a mirarme, sería demasiado egocéntrico pensar que tengo la capacidad de hacer que las personas se vuelvan a observarme cuando paso, aunque en este caso no sea para admirar, sino para juzgar hasta el más mínimo detalle.

El caso es que el tema es complicado y no voy a profundizar mucho más porque sé que entonces me iré al verdadero problema, con el que llevo cargando sobre los hombros desde que tengo uso de razón, y ese son los complejos.

Centrémonos esta vez únicamente en la pieza del puzle antes nombrada:
Supongo que el miedo al rechazo viene cuando una persona es tan insegura que siente que el mundo entero es capaz de pararse frente a ella para señalarla con el dedo únicamente por el placer de reirse a carcajadas. Es increíble lo difícil que puede llegar a hacersete la vida cuando eres alguien inseguro. Inseguridad a la hora de hacer amigos (porque aunque ellos quieran acercarse a tí en el fondo vas a pensar, y esto es muy triste, que solo quieren pasar el rato a tu costa), inseguridad a la hora de tomar decisiones (porque por muy pequeña que sea la duda siempre rodará y rodará por encima de tí hasta convertirse en una gran bola que no vas a poder arrastrar).

Y lleguemos a la conclusión entonces de que el miedo a ser rechazada es solo un daño colateral de sentirse demasiado insuficiente para el mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario